La Liga Premier trabaja con el objetivo de neutralizar intentos futuros de esos clubes, con castigos y medidas que les impidan usar las mismas advertencias como argumentos de negociación

Londres, Inglaterra

Tras movilizarse rápidamente para disuadir a los clubes rebeldes que se habían unido a un torneo escindido de las competiciones europeas tradicionales, la Liga Premier inglesa da ahora pasos para evitar que esos seis grandes equipos intenten algo similar en el futuro.

Los clubes con mayores recursos en Inglaterra han amagado frecuentemente con unirse a una Superliga en el pasado, a la hora de negociar mejores condiciones. Ahora, se hallan gravemente debilitados tras el colapso del proyecto a tan sólo 48 horas de anunciarse, en medio de un alud de muestras de indignación por parte de aficionados, futbolistas, funcionarios gubernamentales e incluso miembros de la realeza.

Y la Liga Premier trabaja con el objetivo de neutralizar intentos futuros de esos clubes, con castigos y medidas que les impidan usar las mismas advertencias como argumentos de negociación, dijo a The Associated Press una persona enterada de la situación.

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La liga inglesa contempla sanciones contra los dirigentes de los clubes que planearon unirse a la iniciativa de escisión, en vez de castigar a los propios equipos, dijo la fuente, que solicitó permanecer anónima para hablar del contenido de deliberaciones privadas dentro de la Premier.

Arsenal, Liverpool, Manchester United, Manchester City y Tottenham han emitido disculpas públicas con distintos matices desde el martes, cuando se marcharon en desbandada de la competición ante la indignación que ésta desató. Chelsea no ha manifestado arrepentimiento, aunque también se deslindó de la iniciativa.

Pero las expresiones de contrición no frenarán a la Liga Premier en su intento de expulsar a los dirigentes de los clubes en cuestión de comités importantes, como el que evalúa la venta de los derechos de televisión y que por ende les brinda acceso a una difusión de alto valor comercial.

Los sancionaría así por el intento de aliarse con equipos españoles e italianos, fuera de la estructura de la UEFA y de la Liga de Campeones.

Una revisión de las reglas operativas de la Premier contemplaría también medidas que expondrían a los clubes a litigios si toman acciones contra la colectividad mediante cualquier intento por revivir la Superliga, en momentos en que el presidente de la Juventus Andres Agnelli y su homólogo del Real Madrid Florentino López advierten que la iniciativa no está muerta.

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Los grandes clubes habían amenazado previamente con la creación de una Superliga en 2016, y consiguieron con ello que se garantizaran cuatro plazas automáticas de la Liga de Campeones para Inglaterra, España, Italia y Alemania cada año.

Agnelli trató también de convertir la “Champions” en una competición cerrada en 2019, cuando propuso hasta 24 lugares asignados independientemente de los méritos deportivos. Los clubes más pequeños y las ligas nacionales europeas lograron descarrilar el proyecto.

Hasta el domingo por la noche, Agnelli fungió como jefe de la Asociación de Clubes Europeos. Dejó el cargo justo ante el anuncio de los planes sobre la Superliga.

Dos días antes, le había prometido a Aleksander Ceferin, el presidente de la UEFA, que Juventus y otros clubes de elite respaldaban los planes del órgano continental para una reformada Liga de Campeones.

Cuando quedaron claras sus intenciones auténticas, el director general de la Premier, Richard Maters, convocó a los otros 14 clubes de la liga, así como al líder de la Asociación de Fútbol de Inglaterra y a representantes del gobierno británico para emitir una condena unánime contra los seis grandes equipos que habían tratado de ejercer una influencia cada vez mayor en el deporte local y que ahora apoyaban la competición secesionista.

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Los rebeldes de la Superliga siguieron adelante con su anuncio pese a que el domingo, después de que sus intenciones se filtraron a la prensa, surgió una advertencia de que quedarían impedidos de jugar en sus ligas nacionales si creaban una competición europea para la que no debieran ganarse su clasificación cada temporada.

La Premier busca endurecer la regulación para facilitar la expulsión de cualquier club que busque en el futuro una competición ajena a las oficiales, particularmente en momentos en que el Real Madrid y el Barcelona no han renunciado abiertamente a la idea de la Superliga.

En tanto, la Serie A italiana y La Liga de España parecen haber adoptado posturas menos estrictas contra sus clubes.

La Federación Italiana de Fútbol informó el miércoles que no castigará a la Juventus, el Inter o el Milan por su participación en el proyecto de la Superliga.

“No puedes castigar una idea que no se llevó a cabo”, explicó el presidente de la Federación Italiana, Gabriele Gravina.

Javier Tebas, el presidente de La Liga, sugirió que el Barcelona y el Real Madrid quedarán también exentos de sanción alguna. Sin embargo, deslizó que una serie de reglas más estrictas busca desalentar cualquier otro intento de escisión.

“Lo más importante es lo que ha ocurrido. Estos clubes ya han sido sancionados por sus aficionados, sobre todo los ingleses, y los demás con el desprecio del fútbol europeo y la política europea”, recalcó Tebas el jueves en Madrid. “Es evidente que se ha hecho una acción muy peligrosa para el fútbol que no se ha consumado. Si siguen trabajando, las instituciones tendremos que defendernos y plantearnos cómo hacerlo”.

Fueron los clubes ingleses los primeros en desvincularse del proyecto de la Superliga. Chelsea y Manchester City lo hicieron el martes, seguidos por los otros cuatro.

Para entonces, ya habían recibido críticas públicas del príncipe Guillermo, quien preside la Asociación de Fútbol con funciones más bien simbólicas, y del primer ministro Boris Johnson, quien amenazó con promulgar leyes para impedir que los equipos nacionales participaran en la Superliga.

La velocidad con que se desinfló el proyecto no ha apaciguado del todo a los aficionados.

Ole Gunnar Solskjaer, técnico del Manchester United, tuvo que salir a hablar con un grupo de unos 20 manifestantes que irrumpieron el jueves en los campos de entrenamiento del equipo para exigir que la familia Glazer, dueña del club, lo venda.

El español Mikel Arteta, entrenador del Arsenal, dijo que había recibido una disculpa personal de la familia Kroenke, propietaria del equipo.

“Esto ha dado lecciones que muestran la importancia del fútbol en el mundo”, interpretó Arteta. “Y demuestra que el alma de este deporte pertenece a los aficionados”.