Lille, Francia

La eficiencia del Chelsea acalló el amago de remontada del Lille en la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones (1-2) en la que los ingleses consiguieron avanzar en una competición en la que su continuidad está pendiente de las decisiones ligadas a su propietario, Roman Avramovich.

Sin que se tenga seguridad sobre si el campeón de Europa pueda continuar defendiendo el título logrado el año pasado, ante las sanciones impuestas a su dueño oligarca, próximo al presidente ruso, Vladimir Putin, el equipo entrenado por Thomas Tuchel consiguió con relativa facilidad su billete para los cuartos.

Lo hizo con realismo, ante el empuje de unos franceses que creyeron durante el primer tiempo en la remontada, pero que se vieron frenados por su falta de gol y por el acierto del rival.

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Impulsados por un público que por segunda vez en la temporada abarrotó las gradas del Pierre Mauroy, los galos apretaron al campeón de Europa, pero demostraron por qué son el equipo con peor coeficiente UEFA de los que quedan en una competición que se queda sin representantes franceses.

Un gol superada la media hora les hizo alimentar el sueño y despertó las alarmas en el Chelsea, golpeado en su sistema nervioso por unos días convulsos por la situación en la que quedan con la caída en desgracia de Avramovich.

Pero el susto no fue suficiente y, liderados por un gran Marcos Alonso, un sólido Ngolo Kanté y un activo Azpilicueta, consiguieron dar la vuelta al partido.

LA FE DEL LILLE

Hipermotivados por conseguir la gesta que les colocara por vez primera en su historia en cuartos, los franceses buscaban un gol que colocara la remontada en el terreno de lo posible, pero como les viene sucediendo durante toda la temporada les faltó dinamita en el ataque para superar a la mejor defensa de la Liga de Campeones.

Los campeones de Europa no mostraron la misma prestancia que durante la ida y dieron muestras de cierta permeabilidad defensiva por la que el Lille puso emoción en la grada. Yilmaz aprovechó una pérdida del Chelsea a los 7 minutos para procurarse una primera ocasión, pero ya dio las primeras muestras de falta de puntería.

Jonathan David dio trabajo a la defensa londinense, nerviosa y descolocada, que solo recobró algo de calma cuando a medida que avanzaba el encuentro los «blues» se hicieron con el balón y domaron la rabia francesa.

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Alonso se convirtió en el hombre más peligroso de los ingleses, con una velocidad por las bandas que obligó a replegar filas a los galos.

Pero superada la media hora, un balón perdido en el área de Mendy tocó el brazo de Jorginho y, avisado por el VAR, el colegiado italiano Davide Massa pitó penalti, que Yilmaz transformó.

El tanto del turco, el tercero en esta competición, llenó de esperanza al Pierre Mauroy, que comenzó a soñar con la remontada.

Pero el Chelsea no se amilanó, recobró el control del duelo y aprovechó un despiste defensivo en el tiempo de descuento para que Jorginho encontrara una grieta en la defensa francesa para servir a Pulisic que cruzó el balón lejos del alcance de Jardim.

Un jarro de agua fría para los franceses que contaban ya con incrementar la presión sobre el Chelsea en el segundo tiempo y se marcharon al vestuario con el mazazo del empate en el primer disparo de los londinenses en el partido.

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Lo que parecía la primera piedra de la remontada acabó en una decepción para los franceses y en un alivio para los ingleses que veían como ya solo tenían que aguantar media mitad.

La intensidad bajó enteros en los franceses, pero un cabezazo de Xeka en el 63 que se estrelló contra el poste de Mendy, devolvió la fe al Lille en lograr la hazaña soñada. Pero de nuevo los franceses se encontraron con la realidad, su falta de mordiente en ataque y la eficiencia de un rival que solo precisó de media ocasión para adelantarse.

Fue en el 71, cuando Mount centró al área y Azpilicueta, con la rodilla consiguió su primer tanto este año en Liga de Campeones, el cuarto de su carrera. El gol del español acabó con toda esperanza de los franceses y trajo la serenidad a un Chelsea que seguirá pendiente de lo que se decida en las altas esferas de poder.