Milan, Italia
Demostrando una superioridad pasmosa, con un poderío físico y un dominio del juego superior, el Bayern Múnich se impuso este miércoles sin problemas al Inter de Milan en San Siro, en lo que fue toda una declaración de intenciones del conjunto germano en este «Grupo de la muerte’» de la UEFA Champions League.
Comenzó el duelo con indiscutible dominio germano. El cuadro bávaro impuso su ritmo con una presión alta al hombre y con Kimmich y Sabitzer repartiendo juego desde el centro del campo. Pese a la intensidad de los bávaros, el Inter lo intentó desde atrás y en contadas ocasiones superó las primeras líneas de presión, pero se vio obligado a pasar al plan B con Onana lanzando balones de más de 50 metros a Dzeko, que peleó con De Ligt, sin demasiado éxito.
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La posesión y el peligro eran del Bayern, que desgastaron a los ‘nerazzurri’ con circulaciones rápidas de balón y con el castigo continuo de Mané, Sané y Davies atacando el espacio de una desnortada defensa interista que se debatía entre recular para poder igualar en carrera la ofensiva muniquesa o sacar la línea y tirar el fuera de juego.
El primer avisó claro llegó en el minuto 22 de la mano de Muller, con un disparo de primeras desde la frontal del área que obligó a Onana a sacar una espectacular mano para mantener el empate. La ocasión de Muller fue el pistoletazo de salida.
Poco pudo hacer el Inter ante el rodillo germano. La resistencia local en San Siro duró hasta el minuto 24, cuando Kimmich se inventó un pase perfecto en profundidad, entre Dimarco y Dumfries, que Sané controló con calidad para regatear al portero camerunés y rematar a puerta vacía.
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Sin embargo reaccionaron los ‘nerazzurri’ con dos llegadas consecutivas gracias a transiciones rápidas perfectamente ejecutadas, circulaciones al primer toque que no dieron tiempo a la defensa del Bayern a colocarse. Se animó San Siro. Pero solo sería un espejismo porque cuando el Inter creyó haberse adueñado del encuentro emergió de nuevo el Bayern.
En el complemento, saltó el Inter mucho mejor con dos ocasiones de Dzeko, una atajada por un Neuer que hasta ese momento no había participado en el partido, y otra que acabó estrellándose en el cuerpo de Lucas Hernández.
Pero cuando el Bayern apretó, poco pudo hacer la zaga local. Cuando se encontraron los de arriba entre ellos, solo hubo resignación. Una doble pared dentro del área, en una baldosa, entre Sané y Coman, acabó con el internacional alemán sirviendo un pase de la muerte directo a Mané pero que D’Ambrosio intentó interceptar y acabó introduciendo en propia puerta. No hubo tiempo para más y los tres puntos se fueron para Alemania.