Italia

El Nápoles se revaloriza un 34% respecto a la temporada pasada. Kvaratskhelia ha pasado de tener un valor de 15 millones a valer 85. Osimhen de 65 millones a 100. Todo tras un mercado estival que saldó con 4.4 millones de beneficio. La brillante temporada que puede poner fin este fin de semana con el tercer «Scudetto» de su historia tiene como sustento una obra de ingeniería financiera detrás que ha dado resultado en el campo.

La plantilla de la temporada pasada valía un total de 469.225 millones. Este año, simplemente con la revalorización de varios de sus jugadores y sin grandes operaciones de mercado, vale 629 millones de euros, todo según datos del portal Transfermarkt.

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Cuando terminó el mercado veraniego el pasado 31 de agosto de 2022, casi nadie apostó por que el Nápoles iba a rendir a este nivel. Ya no solo por sus discretas incorporaciones, con jugadores desconocidos hasta el momento como el georgiano Khvicha Kvaratskhelia o el surcoreano Kim Min-Jae, sino por los grandes nombres que abandonaron el club.

FUERA LOS PESOS PESADOS DEL VESTUARIO

Y es que jugadores como el español Fabián Ruiz, el senegalés Kalidou Koulibaly, el belga Dries Mertens, el italiano Lorenzo Insigne o el colombiano David Ospina finalizaron su aventura en la ciudad sureña. Algunos como traspasos valiosos como los de Koulibaly al Chelsea o el de Fabián al PSG, y otros no tan fructíferos como el de Insigne al Toronto o el de Mertens al Galatasaray como agentes libres. El total que dejaron en las arcas del club fue de 80 millones de euros.

El objetivo de Aurelio De Laurentiis estaba claro. Sanear cuentas liberándose de grandes sueltos y apostando por nuevos talentos. Luciano Spalletti, entrenador, también salió beneficiado: se erigió líder indiscutible de un vestuario en el que hubo demasiadas voces cantantes.

LA EXPLOSIÓN DEL TALENTO EN EL CAMPO

Claro está que sin un buen rendimiento en el campo, las cifras no hubieran sido las mismas. Pero el caso es que ha sido todo un éxito. Kvaratskhelia y Osimhen se han hecho mejores el uno al otro y son ahora mismo los dos jugadores más valiosos de la Serie A italiana, por delante de otros grandes nombres como Lautaro Martínez, Rafael Leao o Dusan Vlahovic.

De hecho, según los datos del mencionado portal, Khvicha Kvartaskhelia es el jugador que más se ha revalorizado a nivel global: 70 millones. Una operación que el Nápoles cerró por 11.5 millones de euros, cuando tenía un valor de 15, y que ahora ha pasado a ser un potencial de 85 millones. Un aumento del 466%.

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Además, el conjunto partenopeo tiene tres jugadores en el ránking los más revalorizados. ‘Kvara’ reina en el top, seguido de un Osimhen que pasa de 65 a 100, un 53% más. Kim Min Jae es el siguiente, en el puesto 11, pasando de 14 a 50 millones de valor, más de 257% de aumento, lo que le convierte también en el segundo defensa más revalorizado, solo por detrás del croata Josko Gvardiol, actualmente en el Leizpig.

Pero no hace falta irse a las grandes estrellas para comprobar que el Nápoles ha rendido a las mil maravillas en el verde. El meta Alex Meret, el que era suplente de Ospina, ha pasado de un valor de 10 millones a 18. Stanislav Lobotka ha aumentado su precio en un 90% y ahora está en 38 millones. Zambo Anguissa y Eljif Elmas también han visto aumentados sus valores.

EL BENEFICIO DEL NÁPOLES SE CONVIERTE EN BENEFICIO PARA LA CIUDAD

Una ola de éxito que surfea el Nápoles y que, por tanto, afecta a la ciudad sureña. La frontera entre la ciudad y el equipo navega muchas veces por el mismo río. El fútbol y la vida cotidiana se funden. Una cosa no tiene sentido sin la otra, y viceversa. Diego Armando Maradona ha sido siempre, y seguirá siendo, el negocio infinito de la ciudad. Este 2023 es solo un paréntesis y el reclamo, por primera vez en 33 años, no solo será el Diego, una deidad en la ciudad porteña.

Este fin de semana casi no hay alojamiento para acoger lo que puede ser una de las fiestas más multitudinarias del presente siglo. Lo poco que queda está por las nubes. Todo porque el Nápoles está a un paso de hacer historia. Todo porque el Nápoles decidió apostar por el balance económico y se convirtió, además de en un proyecto ilusionante, en una obra de ingeniería financiera. (Información EFE).