Liverpool humillaba a la Roma con 5 goles, pero los italianos resurgieron con dos tantos que los hacen soñar con la remontada nuevamente

 

Liverpool, Inglaterra

La Champions es el torneo más volátil del mundo. Nada esta decidido, ninguna goleada es lo suficientemente contundente. Al minuto 75, todos daban al Liverpool como finalista, luego se lo pensaron dos veces.

Era la noche de Salah. El faraón estaba conquistando Roma hasta que lo sustituyeron. Fue la llave para abrir el marcador luego de las ocasiones inmejorables de Sané, quien falló frente al marco y anotó un gol en posición adelantada.

Justo cuando daba la sensación de que el Liverpool estaba perdonando demasiado, apareció el egipcio en el área, se quitó la marca y disparó al ángulo, donde es imposible para cualquier portero. El ex de la Roma solo levantaba las manos en señal de respeto.

Pasaron pocos minutos para el segundo, también del mismo autor. Quedó solo para el mano a mano y definió por arriba. Era un espectáculo que apenas estaba comenzando.

Sabiendo que a la Roma no hay que dejarla respirar, Liverpool continuó con el embate. El egipcio no solo estaba para anotar, también cuenta con claridad para buscar el enganche y pasar a gol. Así encontró a Mané que por fin hizo su tanto.

Cinco minutos más tarde, Firminho cabeceó para el cuarto. Otros siete minutos pasaron y Firminho de nuevo para el doblete. Baile y goleada en Anfield. Era seguro decir que la historia estaba terminada.

Klopp decidió darle descanso a Salah pero fue el equipo el que realmente se relajó. Dzeko, eclipsado por Mohamed, anotó al 80 en una desconcentración defensiva. Parecido al gol que hizo en el Camp Nou. Al 84, una mano clara en el área local provocó que el árbitro pitara penal que Perotti convirtió en gol.

La fiesta en Anfield concluyó con un mal sabor de boca ó un recordatorio de que la Roma aún no esta muerta. Tendrá que repetir exactamente el mismo milagro, un resultado de 3 a 0 lo clasifica a la final.