La final de la Carabao Cup se convirtió en una rareza documental, algo casi histórico

Inglaterra

El partido entre Manchester City y Chelsea FC empatado 0-0 y ya en la prórroga, registró un hecho muy curioso del que todos están hablando.

Resulta que el portero español del Chelsea, Kepa Arrizabalaga, de 24 años, pareció lesionarse. en anteriores jugadas consecutivas se tiró a la cancha evidenciando dolor y pidió la asistencia médica.

Fue entonces cuando el entrenador Mautizio Sarri mandó a calentar al veterano guardameta argentino Willy Caballero  y parecía el cambio hecho, pero no fue así. Kepa se negó a salir. Y su equipo terminó perdiendo la final contra el City de Guardiola en penales.

Kepa, al ver que su técnico le quería cambiar, se negó a salir. Le pidió que no, empezó a gesticular de una manera que no dejaba espacio a muchas dudas. El portero no solo no quería ser sustituido, es que no aceptaba de ninguna de las maneras que eso sucediese. Él quería estar hasta el final. Y Sarri, por más que intentaba sustituirle, no logró imponerse. Kepa se negó.

El meta español podrá decir, eso sí, que demostró estar en forma suficiente para disputar la tanda de penales. Porque si los tirones existieron, no se notaron en el momento de la verdad. Paró uno, estuvo cerca de detener otro y en todos los casos se tiró sin parecer herido. Sin embargo su equipo perdió, ya que sus compañeros fallaron dos y eso supuso que el City de Guardiola terminara siendo una vez más campeón.

Las imágenes son muy llamativas porque es difícil encontrar un lance en el que un entrenador quede tan en entredicho. Kepa, quizá, pensó que el cambio era solo por sus molestias y que eso no era motivo suficiente, pero en todo caso, aunque así fuese, un jugador no puede negarse así a la orden de un entrenador.

El paso de Sarri por el Chelsea no está siendo ni sencillo ni fructífero. Es probable que salga del equipo este mismo verano y lo que ocurrió en Wembley no hará más que reforzar esa idea. El club se gastó un dineral el pasado verano en un portero que, si todo es normal, estará por lo menos una década en la meta de Stamford Bridge. La convivencia con su entrenador a partir de ahora será, cuanto menos, difícil. Si es que hay algún modo de solventar una desobediencia así.