Pelé sigue siendo el mayor goleador de la historia del fútbol, con 1.281 goles en 1.363 encuentros disputados
Sao Paulo, Brasil
Fueron apenas cinco pasos, con una «paradinha» incluida, antes de tocar el balón con el pie derecho, con decenas de periodistas y fotógrafos justo detrás de la red esperando el momento histórico.
Eran exactamente las 23.23 de la noche, hora local en Rio de Janeiro, del miércoles 19 de noviembre de 1969.
En la línea de gol, el portero argentino Edgardo Norberto Andrada se lanzó como un jabato a su lado izquierdo, adivinando la dirección del balón e incluso saltando hacia adelante, aunque fue en vano.
Vea además: Al seleccionador de Argelia no le interesa Benzema
Los 65.157 espectadores que habían comprado una entrada en el mítico estadio Maracaná, por una vez celebraron por todo lo alto un gol rival.
Edson Arantes do Nascimento, Pelé, acababa de marcar, a los 29 años, su gol número 1.000.
Fue en un partido entre el Vasco da Gama y el visitante Santos, correspondiente al torneo Roberto Gomes Pedrosa, equivalente al actual Brasileirao, y que terminó con victoria del visitante Peixe por 2-1.
Le interesa también: Brasil se corona tetracampeón del Mundial Sub-17 al ganar 2-1 a México
El Vasco se había adelantado a los 16 minutos, aunque a los 55, el Santos empató el partido. A los 78, Clodoaldo tocó en profundidad para Pelé, quien fue derribado por el defensa Fernando al ingresar al área.
El árbitro Manoel Amaro de Lima no dudó en señalar penalti, lo que provocó las protestas de los jugadores del Vasco y retrasó el lanzamiento.
Por los necesitados
Tras el gol, Pelé fue directo a buscar la pelota, la besó y en segundos quedó rodeado de una multitud de periodistas y reporteros que entraron al campo.
«No quiero fiestas para mi. Crean que para mi es mucho más importante ayudar a los niños pobres, los necesitados. Pensemos primero en la Navidad de toda esta gente», dijo Pelé en sus primeras declaraciones tras marcar su gol número 1.000.
Años después, en una entrevista a la revista Veja, aseguró que aquellas palabras fueron por un hecho que le había llamado anteriormente la atención en las calles de Santos.
Lea: Argentina y Messi ya están en Tel Aviv para amistoso con Uruguay
«Días antes, en Santos, vi unos chicos intentando robar unos coches. Les dije: ‘qué estáis haciendo, chavales?. Intentaron justificarse, diciendo que lo hacían sólo con vehículos de Sao Paulo. Yo dije que no podían robar a nadie. Los chicos ni se asustaron. Cómo puede ser? Por esto mi mensaje en el gol 1.000», explicó.
En la misma entrevista, publicada el pasado viernes, Pelé admitió que «si hubiera habido VAR (videoarbitraje), no sé si sería penalti».
Lo bueno se hace esperar
De cierta forma, Pelé se reservó para marcar su milésimo gol como profesional en el templo del fútbol brasileño. Dos semanas antes, en Recife, había marcado dos tantos contra el Santa Cruz y totalizaba 998 dianas.
Aprovechando su presencia en la región noreste, se organizó a última hora un amistoso 48 horas más tarde en Joao Pessoa, contra el Botafogo de Paraíba. Pelé marcó de penalti su gol número 999 y posteriormente se colocó de portero, pensando en el partido que el Santos disputaría en Salvador contra el Bahia, el 16 de noviembre.
«No quería desagradar a los baianos, que me esperaban para un partido oficial, por lo que paré de chutar a gol. Tenía miedo que los jugadores del Botafogo se apartaran de la pelota para dejarla entrar a gol», explicó O Rei.
Sin ver portería contra el Bahia, la gran noche de Pelé acabó siendo tres días más tarde en Río de Janeiro.
De mil en mil
Estudiosos y analistas afirmaron años después que el verdadero gol 1.000 de Pelé fue o en Recife o en Joao Pessoa (hay discrepancias).
Lo que sí es cierto es que dos años y medio más tarde, el mejor jugador de la historia de Brasil volvió a celebrar otro gol 1.000.
El 2 de julio de 1972, Pelé marcó contra la Universidad de México, en un amistoso disputado en Chicago, su milésimo gol vistiendo apenas la camiseta del Santos.
A sus 79 años, y con problemas de salud, Pelé es hoy uno de los pocos protagonistas de aquella inolvidable noche de hace 50 años que sigue vivo: tanto el portero Andrada -de oscuro pasado durante la dictadura argentina- como el árbitro Amaro de Lima, ya fallecieron.