Hemos alcanzado Cardiff”, dijo Gianluigi Buffon al calor de la música de la fiesta del Juventus Stadium. “Llegar a la final no cuenta para nada. Lo que cuenta es ganarla. Llegar a la final no era ni siquiera nuestro primer objetivo… Estoy feliz por haber conseguido mi segunda final en tres años. Hace dos temporadas, en 2015, nadie habría jurado que la final que perdimos contra el Barça no sería mi última final. Incluso yo he valorado esta hipótesis. Pero la vida es bella y te enseña que tienes que creer en tus sueños hasta el último día”.
El campeón del Mundo en 2006 hizo estas declaraciones a pie de campo, con el sudor del partido contra el Mónaco empapándole la cara. Cuando acabó de hablar salió disparado hacia la curva sur del estadio, a celebrar con aspavientos frente a los hinchas que permanecían cantando. Fue su sprint más veloz de la noche. El capitán lo vivió con la emoción desencadenada de quien no quiere desperdiciar un segundo. Mientras tanto, en el interior del vestuario, los jugadores se bañaban con botellines de agua mineral, dando saltos.
“Ahora nos queda el mes más difícil por delante”, dijo el técnico, Massimiliano Allegri; “luego en la final necesitaremos tres cosas: defensa, técnica y un poquito de suerte”.
“Respecto a 2015 hemos crecido mentalmente”, dijo el entrenador; “y en los últimos meses además hemos conseguido gestionar mejor el balón. Debemos recuperar a Khedira, que se ha retirado con problemas musculares. Si no, tenemos a Marchisio, Rincón, Sturaro…”.