Abrumado por la presión que lo rodeaba como estrella de Boca Juniors, Carlos Tévez decidió marcharse de Argentina en diciembre y firmó el mejor contrato de su vida con el Shanghai Shenua: 40 millones de dólares por temporada, por dos años. Un negocio redondo. Una experiencia nueva, un presente absolutamente libre de presiones y exigencias y una cuenta bancaria con muchos ceros.
Sin embargo, la balanza de Tévez tiene también un lado que le pesa y mucho. Un jugador competitivo como él extraña salir a un campo de juego con jugadores en su nivel, con compañeros capaces de entender sus movimientos como para dibujar una pared y con equipos que lo motiven a dar lo mejor de sí en cada partido. En un informe de la televisión española, el argentino fue muy crítico del nivel de la Superliga china: «No creo que llegue a competir con ninguna liga grande de Europa, ni aunque venga el mejor jugador. Por ahí en 50 años…».
Sobre el nivel que percibe de compañeros y rivales, analizó: «Técnicamente no son muy buenos. Y no son muy físicos que digamos. También son muy inocentes, por ahí sin querer te meten una patada y te hacen daño porque son brutos. Además, el fútbol es muy diferente y la gente lo toma totalmente diferente».
A pesar de la dura crítica, vislumbra una posible mejora gracias al plan gubernamental de incluir el fútbol en las escuelas: «Creo que con esta regla del gobierno de que tienen que empezar de chicos a jugar, van a mejorar muchísimo en ese aspecto».