Andy Forham hizo historia en Inglaterra con su peculiar manera de jugar
Londres, Inglaterra
Corría el año 1995 en Londres. Un joven llamado Andy Fordham se había clasificado por primera vez para el mundial de dardos.
El mundial de dardos se celebra en una sala abarrotada de gente y bajo una atmósfera cargada de tensión. Se retransmite por televisión y los locutores pueden llegar a lanzar exclamaciones como si de un partido de fútbol se tratase.
Curiosamente, Andy pudo calmar sus nervios y mantener intacta su puntería, «Bebí un montón. Y sucedió lo peor que podía suceder. Que funcionó. Llegué a las semifinales».
Durante los siguientes años Andy se acostumbró a utilizar el alcohol en las competiciones y se estableció en la élite de la competición. En 1996, su segundo año consecutivo en el campeonato mundial, consiguió volver a llegar a las semifinales. También llegó a las semifinales en 1999 y 2001, y consiguió llegar a cuartos de final en el 2000. De hecho, desde 1995 hasta 2004 se clasificó todos los años para el campeonato mundial de la BDO (British Dards Organitation), y eso que su consumo de alcohol en las competiciones iba en aumento. «En los hoteles, cuando la gente estaba tomando un café o un té por la mañana, yo estaba bebiendo brandy».
Su peso también aumentó de manera descontrolada, hasta bordear los doscientos kilos. En cada competición su ingesta de alcohol se agravaba. Bebía durante todo el día y únicamente paraba para dormir. Antes de una ronda podía ingerir veinticinco cervezas y más de media botella de brandy. Su récord, decían, estaba en sesenta botellas de cerveza diarias, más el licor que consumiera aparte.
En el año 2004, tras una década en la élite, llegó su consagración absoluta cuando consiguió finalmente ganar el título mundial. Bebiendo, cómo no. Y una vez más: «fue lo peor que pudo haberme pasado». Se convirtió en una celebridad porque lo que sucede en el mundo de los dardos tiene bastante repercusión en el Reino Unido.
Empezaron a hacerle entrevistas, solicitaban su presencia en exhibiciones o lo invitaban a actos sociales de todo tipo. Aquello le producía una ansiedad añadida, pero siempre tenía su particular medicina a mano: «Allá donde me invitaban había bebida y a mí me gustaba beber». «Todo lo que hacía era una excusa para beber. Bebía desde horas antes de subir a un avión porque volar me ponía nervioso. Y cuando empezaba a beber, ya no paraba. Me levantaba a las cuatro de la mañana para beber porque tenía una entrevista en la radio a las seis».
Después de tres años, en 2007, los médicos le dijeron que sufría una cirrosis hepática, tras lo cual, Andy comenzó a perder peso y finalmente, dejó el alcohol, aunque perdió sus cualidades de jugador y nunca más volvió a estar en la élite