El logotipo de algunas grandes marcas viene representado por la figura del animal
Tegucigalpa, Honduras
Qué animal representa potencia, velocidad, energía y pasión, una combinación de cuatro factores que tienen mucho que ver con el mundo del motor? Apostamos a que la mayoría acertarían la respuesta.
La asociación del caballo con las virtudes de los buenos automóviles es algo que surge casi de manera natural en nuestro cerebro. Y en ello han tenido mucho que ver algunos logos de marcas de coches que precisamente querían identificarse con esas cualidades. O quizá fuera al revés: las marcas eligieron esos logos porque representaban la esencia de lo que querían vender. Sea como fuere, lo interesante de esta historia es que hay unas cuantas marcas relacionadas con el motor que tienen como imagen un caballo.
La primera que suele venir a la mente es Ferrari, con ese caballo que se mantiene erguido sobre sus patas traseras en actitud desafiante. La historia de por qué eligieron ese logo la contó el propio Enzo Ferrari, el creador de la firma. Al parecer ese caballo estaba pintado en el fuselaje del avión de caza que pilotaba Francesco Baracca, un héroe italiano de la Primera Guerra Mundial que acabó siendo abatido en el municipio de Montello. En 1923, tras ganar el primer circuito del Savio, Ferrari conoció a los padres del aviador, el conde Enrico Baracca y la condesa Paolina Biancoli. Fue ella la que le pidió que emplease aquel caballo como insignia para sus coches asegurándole que le traería suerte. Ferrari lo hizo y añadió un fondo amarillo representativo de Módena, su ciudad natal.
Otro famosísimo caballo es el de Porsche, que tiene el mismo caballo rampante que Ferrari, o al menos uno muy parecido. ¿Cómo es posible? La historia tiene su aquel. Se cuenta que Francesco Baracca, el aviador italiano del que hablábamos antes, había copiado el diseño del caballo del emblema de un piloto alemán al que derribó durante la Primera Guerra Mundial, quien llevaba el escudo de armas de la ciudad de Stuttgart en su avión. Así que el que las dos marcas de coches hayan acabado con un caballo rampante es pura casualidad. Porque en realidad, Porsche ni conocía la historia de Baracca cuando decidió su logo. De hecho, fue una idea improvisada.
Todo comenzó cuando Max Hoffman, un famoso importador de coches que trabajaba en Estados Unidos, invitó a Ferry Porsche a Nueva York para ver si podían hacer negocios. Durante el encuentro, Hoffman planteó a Porsche la necesidad de un logotipo, algo fundamental en Estados Unidos para vender coches, aclaró. Fue entonces cuando Ferry Porsche cogió una servilleta e improvisó un logo con el escudo de Wüttemberg y el caballo de Stuttgart, la ciudad donde nació la compañía. En la parte superior escribió el nombre de la familia Porsche. Esa servilleta está hoy en el Museo Porsche.
También el famoso Mustang eligió un caballo en plena carrera como imagen. El diseñador Phil Clark fue el encargado de crear el logo poco antes de presentar el modelo en 1962. En este caso la opción estaba clara porque Mustang es el nombre con el que se conoce a los caballos salvajes de norteamérica. Lo curioso es que aquel caballo con el que todos asociamos al Mustang no ha sido siempre el mismo, aunque lo parezca. Ha pasado por épocas con más o menos músculo, con bandera tricolor detrás o sin ella, cola más rizada o menos, corriendo hacia la derecha o hacia la izquierda… Eso sí: la esencia, ese caballo que nació hace 55 años, siempre ha sido la misma.
Otras marcas también han usado al caballo como referente. Los neumáticos Continental siempre reflejan en su logo sus orígenes hannoverianos. Su vinculación al mundo de las bicicletas y del automóvil se ha visto reflejada en su simpático caballo saltando, y símbolo de una de las razas más prestigiosas de la equitación germana, la Hannoveriana, con sus numerosos logros en todas las disciplinas. Su logo cumple ya su 135 aniversario y los estudiosos siempre comentan su evolución.