Queda por comprobar cuál será el último paso de Zidane con Bale. Si el galés tendrá la oportunidad de jugar el último partido en el Bernabéu para despedirse o seguirán haciéndose daño
España
Lo de Zidane con Gareth Bale puede llegar a ser hasta cruel. Si el entrenador es capaz de dejar fuera de la convocatoria al galés en el último partido de la temporada —contra el Betis en el Bernabéu—, demostrará que no tiene sentimientos con el galés. Entre sus razones, se mezclan la decisión deportiva y la animadversión. No le sirve y le ha cogido manía.
El último paso, el definitivo, puede ser despiadado. Dejar a Bale sin poder despedirse del Bernabéu se puede entender como un acto de injusticia con un futbolista que ha sido protagonista estelar en diferentes finales con goles decisivos. Son fáciles de recordar por su espectacularidad: el golazo de chilena al Liverpool en la última final de la Champions y el carrerón que ganó a Bartra en la final de Copa del Rey contra el Barcelona. En su hoja de servicios destaca también el gol de cabeza al Atlético de Madrid en la final de la Champions en Lisboa.
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Pero ZZ parece tener decidido que Bale no va a volver a jugar y se quedará sin poder despedirse del Bernabéu. Si acaba saliendo, porque todavía queda por ver cómo se las ingenia Florentino Pérez para vender al galés. Una cosa es que merezca esa despedida y otra que sea oportuna. Si le diera a Bale por tener un mal gesto —ya hizo un corte de mangas en el Metropolitano— en el último partido de la temporada y en el Bernabéu, el final sería más catastrófico. Este es el planteamiento que se hace Zidane.
Si la relación entre el entrenador y el futbolista no se hubiera deteriorado, probablemente tendría la oportunidad, incluso, de tener un homenaje. Pero no es posible porque Bale y su agente —Jonathan Barnett— se mantienen en su postura de quedarse en el Real Madrid y lo desafían con mensajes irónicos y con cierto retintín.
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La estrategia de Zidane es presionar con el ostracismo. Aplica la última medida para ‘torturar’ al jugador. Para decirle que, si verdaderamente quiere seguir en el Madrid la próxima temporada, tendrá un papel irrelevante. Grada y banquillo. Humillación. En una relación rota, las dos partes intentan hacerse daño.
Por las malas, sale lo peor de cada uno, y Zidane no ve lo bueno que ha aportado Bale. En condiciones normales, debería tener esa despedida ante el Betis y pasar página con un jugador que no ha tenido un rendimiento regular por culpa de las lesiones y su nula adaptación. ZZ tendría, si existiera una relación fluida, que volcarse con Bale y agradecerle que fue clave en la final contra el Liverpool. Pero en esta relación no queda amor y se empiezan a faltar al respeto. Mutuamente. Unos con manifestaciones —Jonathan Barnett— y otro con hechos. Ni convocado.
La «complicidad» de Florentino
En este escenario de tierra quemada tendría que actuar Florentino Pérez para normalizar o desterrar los odios. Al fin y al cabo, es el fichaje más caro de la historia del Real Madrid y un jugador que ha defendido con uñas y dientes cuando se le ha desprestigiado. Si el presidente se queda de brazos cruzados, es que respalda sin objeciones la decisión de Zidane o directamente ha caído en la depresión de una horrorosa temporada y solo quiere que acabe cuanto antes.
Cuando pase el Betis, Florentino recuperará el pulso y se le despejará la cabeza para sacar el mayor dinero posiblr al traspaso de Gareth Bale. Pero esa despedida del galés del Bernabéu, si no se produce, hará daño a la imagen del club.
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Tiene visos de producirse cuando escuchas a Zidane, después de la derrota contra la Real Sociedad en Anoeta, lo que dice sobre Bale y la posibilidad de que juegue contra el Betis: “Está claro lo que hice este fin de semana… Luego veremos lo que va a pasar” y, a la vez, reconoce que “sí” está bien físicamente.
Triste final el de Bale en el Real Madrid, como el de Cristiano Ronaldo, que también se marchó sin despedirse del Bernabéu —por otras razones—, cuando el rival de la ciudad se vuelca con Diego Godín en un acto emotivo con la afición del Wanda Metropolitano. No es cuestión de vencedores y vencidos. Pero si no hay despedida de Bale, será tanto culpa del galés como de Zidane y Florentino. (Tomado de El Confidencial).