Troglio se fue del país porque ya no hay lugar para mí y es ídolo en Honduras, donde ya hizo más de una hazaña. Pedro va a fondo: Muchos no me contrataron porque uso jeans, pelo largo y no tengo anteojos para hacerme el intelectual

Buenos Aires, Argentina

Todavía dolorido por su última salida de Gimnasia, allá por febrero del año pasado, Pedro Troglio recibió un llamado que terminaría por abrirle los ojos. «Me vinieron a buscar desde Emiratos Árabes y me hicieron sólo una pregunta: ¿cuántos títulos ganaste? No me llamaron más. Yo sólo había salido campeón con Cerro Porteño (2009) y logrado un ascenso con Gimnasia (2013)… Me di cuenta de que en el currículum sólo sirve la palabra campeón».

Sin saberlo, en ese momento se comenzó a gestar la Trogliomanía. Había en Honduras un club que lo estaba esperando. Que también llegaba lastimado y con ganas de volver a sentirse importante. Olimpia, el equipo con más títulos locales, hacía cuatro años que no daba la vuelta y contrató a Pedro.

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En seis meses, apenas 180 días, el DT se convirtió en ídolo. Se coronó campeonísimo (campeón de la fase regular y de la final), consiguió el récord de puntos y la pandemia lo frenó cuando estaba haciendo historia internacional. En la Concachampions había eliminado en octavos de final al Seattle Sounders, campeón de la MLS, y en la ida de cuartos le había ganado al Montreal, en Canadá. Primer equipo caribeño de la historia en colarse entre los mexicanos y estadounidenses.

Por todo esto, las redes explotan venerando a Troglio. «Tenía que empezar a agarrar equipos grandes, con aspiraciones a salir campeón y apareció esto de Honduras. Afuera de Argentina hay vida y hasta mejor. Me pagan el triple que en Gimnasia, el 5 de abril ya tenía depositado el sueldo y sólo tenemos que pensar en trabajar», le cuenta Troglio a Olé desde Tegucigalpa, donde se encuentra haciendo el aislamiento obligatorio muy lejos de su mujer y sus dos hijos más pequeños, pero feliz.

Entrevista completa:

-¿Te dolió el plantazo de los árabes?

-No… Me di cuenta de que en Argentina ya no hay lugar para mí. Está difícil… Figuré en cuatro o cinco listas y no me eligieron. Me tenía que abrir un nuevo mercado. Ahora me siento más reconocido para México, Estados Unidos… Me llaman los mejores periodistas de ESPN de Miami… Pasé a un nivel que en verdad no imaginaba.

-Pero imagino que no penabas en todo eso al llegar a Honduras…

-No pensé en salir campeones y pelear la Champions… La verdad es que estaría perfecto si no fuese por el coronavirus y la falta de mi familia. Argentina está muy complicada… En Gimnasia llegamos a la final de la Copa Argentina y todos pensaban que era normal. Y cuando en verdad volvés a la normalidad sos una porquería… No dicen que fue un milagro eliminar a Boca o a River… Me vino bien cambiar de aire.

-¿Qué les dijiste a tus jugadores en la charla previa al partido con Seattle?

-Les conté mi historia con Gimnasia cuando eliminamos a River y Boca. Que se la tenían que creer… Si me decís que jugás contra el Barcelona ahí sí es un peligro, pero contra equipos de Estados Unidos tenés una ventaja. Pueden tener más poderío económico, pero juegan con menos obligaciones. Si vas con esa presión y jugás así les podés ganar.

-¿Ganaron jugando bien o más como un equipo sacrificado como te identifican?

-Somo un equipo durísimo, que se defiende muy bien y que arriba tiene jugadores rápidos para jugar con espacios. Nadie pensaba que íbamos a dejarlos afuera. En las calles se festejó como si hubiera salido campeón con Gimnasia, je. Estamos haciendo historia en todo el país.

-Hace una semanas dijiste que no vas a volver más a Gimnasia…

-No lo dije con maldad. Amo al club y a la gente, pero no me merezco más salir malherido de Gimnasia. Yo me meto demasiado en el día a día del club… Empezamos bárbaro, ganándole a Boca. De pronto nos encontramos, sin comerla ni beberla, con la Copa Argentina. Descuidamos cuatro o cinco partidos del torneo y los perdimos. Perdimos la final y volvimos a la realidad con el culo en las manos, con la presión de mierda. Perdimos dos, ganamos uno y me echaron a un mes de la final… No lo entendés…

-¿Notás que siempre dirigen los mismos? A algunos les va mal y siguen girando por los clubes…

-No es culpa del técnico ni del empresario. Cada uno hace su trabajo… Será un problema de uno que no encuentra a la persona justa que lo haga trabajar. Igual no me quejo, tengo trabajo hace 15 años. Costas, por ejemplo, hizo su carrera afuera de Argentina. Podría haber dirigido mucho más en el país, pero siempre me mostré tal cual soy. Divertido, haciendo chistes en la tele. Muchos no me contrataron porque uso jeans, pelo largo y no uso anteojos para hacerme el intelectual.

¿A quién te referís?

A los fantasmas… En el fútbol hay mucha fantasmeada. Yo me compré un dron, 30 GPS y tengo mi equipo de edición de videos, que es fundamental. Pero son herramientas, no es saber de fútbol. Mis maestros, el Viejo Griguol, anotaba todo en una hojita de supermercado. ¿Me vas a decir que no sabía de fútbol? Los dirigentes compran a los de pelito corto, jóvenes… A los que se hacen los intelectuales. A mí me gusta la tierra, sentir el pasto. Para estar al lado de una cancha hay que estar cómodo… Los felicito a los que están impecables y usan trajes, pero a mí no me sale. No va conmigo todo eso.

¿Sentís que el medio local te trata de viejo?

Viejo, no. Intermedio, ja. Mirá que a los viejos les va bárbaro, eh. Russo, Zielinski. Mientras estés cuerdo no hay edad. Lo que pasa es que ahora los dirigentes también vienen más jóvenes… En Italia salen con traje y pareciera que acá se pierde prestigio. Yo lucho contra eso, muchos amigos me preguntan por qué no uso traje y les digo que no me rompan las pelotas.

¿Alguna vez te pasó que no tuvieras más ganas de ir a entrenar?

Jamás. Amo el fútbol y son un agradecido. Sí me pasó que a veces me sentí solo, porque cuando perdés un partido no tenés compañeros como cuando eras jugador. Pero me encanta levantarme e ir a entrenar, lo extraño en estos momentos…

¿Volverías al fútbol argentino?

Habría que ver. Lo único que sé es que no quiero más quilombos. Quiero clubes ordenados, tranquilos porque de eso depende mucho cómo te va ir durante el año. En un plantel tenés cuatro o cinco que ganan bien, pero quedan 15 que viven al día… Si no les pagás tienen quilombo en la casa.

¿Estás de acuerdo con que no haya descensos?

No puedo ser objetivo porque se salvó Gimnasia y eso me pone feliz.

¿Volverías de presidente?

Nooo… Yo quiero dirigir hasta que no reconozca a los jugadores y después de eso no podré ser presidente. Si Dios me da la chance, 10 o 15 años más quiero seguir dirigiendo. Es lo que me mantiene vivo. No sirvo para jubilarme. (Tomado de ole.com.ar).