La Eurocopa 2020 ya es historia. Con Italia como ganador, se da vuelta la página y ahora queda pensar en la próxima competición. A diferencia de la reciente edición, que tuvo a varios países como sede, en la próxima será solo un país

Alemania

Durante un mes, la UEFA ha tenido que navegar entre pandemia, polémicas y problemas logísticos provocados por el formato atípico de la Eurocopa, repartido en ciudades de 11 países, pero esta fórmula paneuropea puede caer pronto en el olvido. En 2024, el torneo será más clásico, con Alemania como única sede.

La idea inicial de Michel Platini cuando era presidente de la UEFA parecía seducir sobre el papel: festejar los 60 años de la competición con un torneo muy viajero, destinado a acercar a los pueblos, los países y los hinchas, en una celebración del fútbol europeo.

El balance ha sido por lo contrario muy diferente, tras un mes de competición en el que la geopolítica y las circunstancias sanitarias han generado gran debate, hasta la victoria de Italia sobre Inglaterra (1-1 en el tiempo reglamentario, 3-2 en la tanda de penales).

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Bakú, Roma, Bakú, Bucarest, San Petersburgo… Ese fue el largo recorrido que tuvo que hacer por ejemplo la selección suiza, y con ella sus seguidores, durante el torneo.

El periplo del equipo helvético es sin duda el más laborioso y genera numerosos interrogantes, sobre todo sabiendo que una selección nacional viaja con una delegación amplia, varias toneladas de material y que los deportistas necesitan regenerar sus cuerpos tras los esfuerzos.

La UEFA prometió hace tiempo que iba a «compensar» las emisiones contaminantes a la atmósfera generadas por esos viajes, pero los más escépticos no están convencidos por la fórmula del torneo, que es «un sinsentido medioambiental total» para la eurodiputada ecologista francesa Karima Delli, preguntada sobre este asunto por la AFP en 2020.

La Eurocopa-2024, en ese aspecto, se presenta más respetuosa con el medioambiente, con nueve de los diez estadios del torneo ya utilizados durante el Mundial de Alemania-2006 y con menos de 700 kilómetros de distancia entre Hamburgo y Múnich, las dos ciudades-sede más alejadas del torneo.

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«No es una Eurocopa habitual, primero de todo porque se desarrolla en once países y, por encima de eso, porque está la pandemia, que hace que los viajes sean todavía más difíciles», había destacado el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, en una entrevista con la AFP antes del torneo.

El dirigente esloveno avisó ya de que este formato inédito «no será probablemente» repetido.

El patrón de la instancia europea se vio forzado en 2020 a retrasar un año la Eurocopa por la pandemia. Luego ha tenido que gestionar los problemas de las once legislaciones y normas de las distintas ciudades-sedes, con países que tienen políticas sanitarias diferentes.

Un auténtico rompecabezas también para los hinchas en su periplo continental, entre test PCR, vacunas, formulario de entrada a los países, posibles cuarentenas a su regreso a casa o riesgos de infecciones.

Los aficionados han podido revivir el ambiente prepandémico y las sensaciones del ‘viejo fútbol’ en varias ciudades, especialmente Budapest. Otras sedes fueron menos festivas en ese aspecto, como Bucarest o Bakú.

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En 2024, con cuatro estadios por ejemplo en una zona geográfica reducida en el Ruhr (Düsseldorf, Colonia, Gelsenkirchen y Dortmund), los cánticos prometen escucharse casi en cualquier rincón.

La fórmula paneuropea tuvo el mérito de poder confiar la organización de partidos en la Eurocopa a países más pequeños, como Hungría, Dinamarca o Azerbaiyán, pero también generó problemas diplomáticos, poniendo a la UEFA, aferrada a su línea «apolítica», en situaciones delicadas.

La Eurocopa estuvo marcada también por el debate sobre la rodilla apoyada en el césped por parte de algunos jugadores, un símbolo de la lucha contra las discriminaciones, o por el ‘rainbowgate’, la polémica por la negativa de la UEFA a permitir que Múnich iluminara su estadio con los colores arcoíris de la comunidad LGBT como protesta contra una ley húngara considerada homófoba.

La UEFA también se vio en medio de una disputa diplomática entre los vecinos Ucrania y Rusia, por los lemas inicialmente previstos en la camiseta de los ucranianos.

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A todo ello se sumaron las voces que critican la supuesta desigualdad deportiva en un torneo disputado en lugares con climas diferentes, con selecciones que tienen que hacer viajes muy largos mientras otras pueden jugar una parte importante de sus partidos como locales.

Los cuatro semifinalistas disputaron su fase de grupos en casa, por lo que no tuvieron la molestia de los viajes que tuvo Suiza o la imposibilidad de Gales de ser apoyada por sus hinchas, bloqueados por las restricciones sanitarias.

«Cada país tiene derecho a jugar delante de sus hinchas salvo nosotros», se quejó el defensa galés Chris Gunter.

En tres años en Alemania, con un formato tradicional y un contexto sanitario quizás mucho mejor, la Eurocopa vuelve a sus esencias.