Tegucigalpa, Honduras
El argentino Diego Martín Vázquez Castro dirigió su juego 350 con Motagua, que a su vez fue el último tras ocho años en el banquillo del equipo, al ser cesado del cargo tras la humillante derrota 5-0 ante Seattle Sounders de la MLS.
Diego tuvo la oportunidad de despedirse en casa del que fue su primer club que confió en él como entrenador. Llegó al Estadio Nacional para encarar su último duelo y realizó la tradicional cábala: pasar por la esquina del banderín izquierdo, cruzar toda la pista olímpica y llegar a su asiento en el banquillo.
En su trayecto, la poca afición que llegó al Estadio Nacional se puso de pie y empezó a aplaudirle y corear su nombre, y solo levantó su mano. En una esquina había un grupo de tres damas que sostenía un cártel de «Gracias Diego, Éxitos».
En los dos goles los jugadores fueron a abrazarlo y cuando el árbitro central Alex Morazán pitó el final del juego la afición estalló en gritos y aplausos; esta vez, Diego sí se dirigió hacia la afición en forma de agradecimiento.
El argentino cruzó la pista olímpica, no dio declaraciones a los medios en cancha, pues argumentó que hablaría en conferencia de prensa y se metió rápido al camerino. Pero no dio declaraciones, pero se presentó acompañado de sus asistentes Nirond Medina, Javier Núñez y Patricio Negreira, no habló, pero sí al unísono todo el ex cuerpo técnico agradeció a la directiva, afición y medios de comunicación y mostraron una pancarta con la leyenda «Gracias Totales».