Barcelona, España
El Barcelona lleva 13 partidos sin perder, acumula seis triunfos consecutivos en la Liga y son pocos los que niegan su favoritismo para conquistar por primera vez la Europa League. Pero es precisamente quien ha cambiado la dinámica derrotista del equipo el que aprovecha sus comparecencias de prensa para llamar a la calma.
Xavi Hernández no puede ocultar su satisfacción. Este miércoles, en las entrañas del viejo y entrañable Waldstadion de Frankfurt, la mirada se le iluminaba ante cada halago. Su parlamento, sin embargo, estuvo cargado de advertencias ante la ida de cuartos frente al Eintracht. Ni se fía de su rival, ni quiere ser visto como un salvador.
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«No necesito elogios para mí. No estoy en el Barcelona por la gloria personal, sino para ayudar a los jugadores», clamó Xavi en un extraño ejercicio de modestia. Y continuó: «Porque el Barça es una montaña rusa. Pasas de momentos de máxima alegría a la pena. Tienes que ser muy equilibrado mentalmente y es difícil gestionarlo. Disfruto, pero por desgracia también sufro. Todo se puede torcer a partir de mañana y que entremos en una dinámica negativa. Está claro que es mucho mejor el elogio que la crítica, pero tampoco nos puede confundir».
«Una gran familia»
El mensaje pudo ir destinado a la hinchada, tan necesitada de alegrías tras la decrepitud de la ‘era Bartomeu’. Para la prensa, que vive de la exageración en el análisis. Pero también para sus propios futbolistas, esa «gran familia» -según le gusta decir a Xavi- que en pocas semanas ha pasado de la más absoluta incoherencia a sentirse capaz de batir a cualquier rival.
«Pero es que el Eintracht es muy buen equipo. No tuvimos suerte en el sorteo». Esa idea la repitió Xavi una y otra vez durante su comparecencia. Y continuó: «Quizá sea desconocido en España y nuestro entorno lo haya infravalorado. Pero si no igualamos su extramotivación nos pasarán por encima. Sería un error muy grave relajarse ahora. En el fútbol no puede existir la relajación».
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Se refirió Xavi al particular esquema del Eintracht, un 3-2-4-1 -«en España no se suele jugar con ese tipo de sistemas»-, su potencia física, su peligro en las transiciones mediante la inquietud ofensiva de sus carrileros o incluso el balón parado. «Dan por hecho que el Barça estará en semifinales. Pero la eliminatoria será muy dura y complicada», zanjó el técnico azulgrana, consciente de que será recibido en las gradas por una afición entregada al Eintracht y que ocupará las 48.500 plazas del Deutsche Bank Park.