París, Francia
Ninguna temporada sin su culebrón en el París Saint-Germain, abonado a vivir colgado de la actualidad y del futuro de sus estrellas a falta de una actualidad deportiva que estimule a un club en el que solo la Liga de Campeones entusiasma.
Si el año pasado todas las miradas estaban puestas en Kylian Mbappé, al que finalmente los propietarios cataríes del club convencieron de prolongar su contrato, esta vez el nombre que atrae la atención es el argentino Leo Messi, cuyo contrato acaba este verano.
Cuando desembarcó en agosto de 2021 en las riberas del Sena firmó por dos temporadas con una suplementaria si ambas partes estaban de acuerdo.
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Durante el pasado Mundial, en el que el de Rosario fue elegido mejor jugador ante la cercana mirada de toda la plana mayor del PSG versión Catar, el futbolista y el club llegaron a un principio de acuerdo para alargar su estancia en Francia.
Solo faltaban los detalles financieros que, visto el rendimiento del argentino, no se presentaban como una montaña insuperable.
Pero con el año nuevo las posturas han cambiado. De ambos lados. Y la eliminación del equipo en octavos de final de la Liga de Campeones no ha hecho más que empeorar las cosas.
Messi ya no parece tan atraído por continuar su aventura parisina, visto que a sus 36 años la exigencia del alto nivel resulta más compleja.
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El de Rosario tiene sobre la mesa ofertas del Inter de Miami y de la liga saudí, sin olvidar que la puerta del Barcelona siempre estará abierta.
El jugador mantiene una cicatriz con la afición de la capital francesa, que hace un año le designó como principal culpable de la eliminación europea también en octavos de final.
En esta ocasión, la grada del Parque de los Príncipes fue más indulgente con el futbolista, pese a que el equipo cosechó el domingo su cuarta derrota liguera, la primera ante su público.
De nuevo silbado
Su nombre fue algo silbado cuando anunciaron la alineación y también durante el partido, pero nada que ver con la dureza de la pasada campaña, que quedó bien grabada en la memoria del futbolista.
Pese a esa menor animadversión, el jugador no acompañó a sus compañeros al final del partido cuando acudieron a saludar a la grada tras la derrota frente al Rennes.
Al contrario, casi en solitario, Messi ganó enseguida el túnel de los vestuarios, en una imagen muy simbólica, dando la impresión de que no le interesa mucho reforzar el vínculo con la grada.
En los últimos días, los rumores sobre el desinterés del argentino se han ido multiplicando. Las redes sociales han llegado a publicar que el futbolista abandonó un entrenamiento descontento con el técnico, Christophe Galtier.
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Del otro lado también ha cambiado el discurso. Mientras la grada parece haber perdido la ilusión de tener al séptuple Balón de Oro, la dirección del club está menos entusiasta a la hora de hacer el esfuerzo financiero necesario para que siga en sus filas.
El PSG navega en las fronteras del «juego limpio» financiero y sus cuentas están bajo la lupa de la UEFA, sobre todo por el faraónico contrato de Mbappé.
Prescindir de Messi daría al club cierto margen económico para preparar la próxima campaña que, de todas formas, pivotará sobre el delantero francés.
Todo eso en medio de la nebulosa en la que se mueve un club que, eliminado de Europa, se ha quedado sin objetivos claros, algo que se vio frente al Rennes, donde la implicación de los jugadores dejó mucho que desear.
Sin una motivación clara, el club parece a la deriva y el futuro, empezando por el del entrenador, muy incierto.
El proyecto precisa de una nueva inyección de ilusión y no parece que Messi sea el hombre indicado para dársela. (Información EFE).