Madrid, España
Lo malo de situar tan altas las expectativas es lo complejo que es el regreso a la realidad. Jude Bellingham se ha instalado en su versión más discreta. Tras volver fundido de jugar con Inglaterra en el último parón, la ausencia de partidos con el Real Madrid no trajo de vuelta su imagen letal. Lo mostrado ante el Athletic Club se confirmó ante el City en uno de esos días en los que los grandes jugadores deben aparecer.
Y Bellingham no lo hizo ante el equipo de Pep Guardiola. Más allá de su gran desgaste defensivo, corriendo en exceso y desgastándose para añorar frescura en fase ofensiva. Siempre con gestos de calidad para asociarse de primeras. Para inventar un taconazo y lanzar la rápida transición o encontrar el desmarque al espacio de sus compañeros.
Pero rebajando su presencia en área rival. Su influencia en el remate. Ninguno entre los tres palos. Con escasa influencia en el ataque, con apenas seis pases, ninguno clave, pero también rebajando presencia en la construcción del juego. Intentó 31 pases ante el City, de los que completó 27, cuando su media en la temporada es de 52 por encuentro, según datos de BeSoccer para EFE.
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Hay evidencias que son visibles para cualquier aficionado. El bajón en el rendimiento goleador de Jude, inédito en su carrera hasta su llegada en el Real Madrid. Un centrocampista que aprovechó a su llegada la ausencia de un 9 puro tras la salida de Karim Benzema, para desarrollar una virtud al espacio desde la mediapunta. La posición que inventó Carlo Ancelotti para el inglés, con la que optó por modificar su dibujo actual.
De marcar cinco tantos en sus cuatro primeros partidos, a lograrlo en uno solo de los siete últimos en una fase decisiva del curso. Cuando se deciden los títulos grandes, Bellingham sólo ligó su nombre al gol ante el Girona, con un doblete.
Desde su expulsión en Mestalla por la protesta airosa al colegiado cuando pitó el final sin dar por válido su remate de cabeza a la red, ha enlazado apariciones sin trascendencia ante el Leipzig, en la sufrida vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones, Athletic Club y Manchester City. En sus trece últimos partidos con el club blanco, marcó en dos. En los trece primeros de la temporada, hizo gol en diez.
Esa distancia en la estadística de Bellingham en la primera parte de la campaña, de agosto hasta el último encuentro de diciembre, y desde entonces al presente, plasma el bajón de rendimiento. De 53.88 pases intentados a 50.38 por partido, de 0.81 pases clave a 0.66.
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De lucir una media de 0.84 goles por encuentro a 0.26. Chutaba 1.36 disparos a puerta rival por duelo. Desde enero 0.91 tiros a puerta. Con un desgaste menor, intentaba más regates (4.7 por cita al 3.9 actual) y se marchaba más de los rivales (59,6% con éxito por el 52,1% del presente).
La pérdida de brillo en los metros finales no se acompaña por un bajón de efectividad en fase defensiva. Bellingham no negocia esfuerzos, da todo lo que tiene y se vacía siempre en la presión, en las ayudas a los compañeros. Sigue ganando 10 duelos por partido que juega, logrando cinco recuperaciones (seis ante el City).
Pero el Real Madrid necesita un paso más de Jude en el Etihad para avanzar a semifinales de la Liga de Campeones. Estadio en el que jugó en dos ocasiones y perdió ambas con el Borussia Dortmund. Marcó en la última, un gol que vuelve a necesitar Carlo Ancelotti que añora la versión que asombró al mundo del fútbol de su futbolista para derribar al vigente campeón de Europa.