Río de Janeiro, Brasil
El Flamengo y el Fluminense, dos de los más enconados rivales del fútbol de Río de Janeiro, gestionarán en conjunto hasta 2044 las instalaciones del estadio Maracaná, según anunció este martes el gobierno fluminense.
Ambos clubes administrarán el complejo Maracaná en sociedad durante un plazo de veinte años, de acuerdo al resultado de una licitación convocada por el Gobierno regional de Río de Janeiro, propietario de esas instalaciones.
En la licitación también participaron otros dos consorcios, uno liderado por el club Vasco da Gama y la empresa inmobiliaria WTorre, y el segundo encabezado por el grupo Arena 360, que gestiona el estadio Mané Garrincha de Brasilia.
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El grupo “Fla-Flu” se adjudicó la licitación con el compromiso de invertir cerca de 400 millones de reales (77 millones de dólares o 70 millones de euros) en obras para mejorar y mantener las instalaciones durante los veinte años que durará la concesión.
Según han acordado ambos clubes, el 65 % de esas inversiones serán desembolsadas por el Flamengo, mientras que el Fluminense se hará cargo del 35 % restante.
El complejo está constituido por el estadio y un pabellón de deportes contiguo, conocido como Maracanãzinho, con capacidad para 14.000 espectadores y que suele acoger partidos de baloncesto y voleibol, entre otros deportes y espectáculos.
El estadio de fútbol fue inaugurado en 1950 como “el mayor del mundo” en la época, con capacidad para unas 200.000 personas, pero ha pasado por varias reformas desde entonces.
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La última de ellas, de cara al Mundial de 2014, celebrado en Brasil, redujo su aforo a unos 80.000 espectadores. Ha sido escenario de dos finales de Copa del Mundo, ninguna de grato recuerdo para los brasileños.
La primera, en 1950, cuando Brasil perdió frente a Uruguay por 2-1, en una final que quedó registrada en la memoria colectiva como “Macaranazo”. En la segunda, en 2014, Brasil ni siquiera estuvo en el campo. Ganó Alemania frente a Argentina, tras la mayor vergüenza sufrida por la selección brasileña, eliminada por los germanos en semifinales por un humillante 7-1.
Es escenario habitual del derbi “Fla-Flu”, que protagonizan desde 1912 los dos administradores del estadio.