París, Francia
Rafael Nadal le ha tenido amor a París desde el 2005 y se resiste a despedirse, a pesar de que d su carrera está más cerca del final.
Nadal fue eliminado en el torneo de dobles con Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos, y tras casi ser humillado por Novak Djokovic en individuales, a sus 38 años, sugiere que su despedida está cerca pero evita decir adiós. Tras su partido, levantó los brazos en señal de despedida y abandonó el estadio acompañado por una palmada de Alcaraz, simbolizando un adiós incierto.
El público, que lo ha apoyado fervorosamente, le dio una ovación mientras Nadal se retiraba, dejando en el aire si volverá. En el templo de Roland Garros, donde ha ganado 14 títulos, Nadal es ya un parisino más. La ciudad lo homenajeó en la ceremonia de inauguración de los Juegos, donde recibió la antorcha de manos de Zinedine Zidane, símbolo de su aceptación y cariño por los franceses.
Nadal, que llegó a París como un joven guerrero de 17 años, se convirtió en un icono, amado por su humildad y dedicación. Su reinado en Roland Garros es tan largo que muchos no recuerdan el torneo sin él. París ha danzado al ritmo de su raqueta, y la ciudad se ha acostumbrado a la melodía de sus triunfos y sacrificios.