Glasgow, Escocia
Entre la fiesta en las gradas en Glasgow, el Celtic celebró un triunfo incontestable sobre el Slovan Bratislava, lanzado en el minuto 17 por Liam Scales, agrandado en el inicio del segundo tiempo por medio de Kyogo Furuhashi, sentenciado con un penalti transformado por Engels y disparado con otros tantos de Maeda e Idah para ilusionarse con mucho más que un paso circunstancial por la nueva Liga de Campeones (5-1).
Ilustre campeón, relegado en los últimos tiempos a un papel menor en esta competición, el conjunto verdiblanco fue superior de principio a fin al campeón eslovaco, de vuelta al máximo torneo europeo casi medio siglo después, tras atravesar todas las previas posibles, para darse de bruces con más que una derrota dolorosa, sino con una realidad abrumadora, cuando en su recorrido asoman, por ejemplo, el Atlético de Madrid o el Girona.
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No fue una victoria sin más para el Celtic, cuyo camino por el nuevo formato de la Liga de Campeones es esperanzador. No hay ningún oponente gigante en su camino. Y, a la espera del resto de enfrentamientos que le quedan contra el Dortmund, el Atalanta, el Leipzig, el Brujas, el Dínamo Zagreb, el Young Boys y el Aston Villa, ya se ha apuntado tres puntos.
Tampoco es un triunfo sin más por el recorrido precedente del equipo escocés en la Liga de Campeones en los últimos tiempos. Antes del duelo de este miércoles, sólo había ganado dos de sus 27 encuentros más recientes en esta competición, de los que había sufrido 19 derrrotas. O había vencido tan solo tres de sus 32 choques más recientes. Descriptivo.
Y, a la vez, es una victoria reafirmante para el conjunto verdiblanco, que encadena 19 partidos sin derrota, sólo ha perdido uno de sus últimos 32 compromisos entre todas las competiciones (el pasado 3 de marzo por 2-0 contra el Hearts), enlaza 18 duelos invicto en Celtic Park y, sobre todo, ha ganado 17 de sus últimos 18 choques ante sus aficionados. Y la última vez que marcó cinco o más goles en un choque de la Copa de Europa fue en 1977.
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Son buenos síntomas para el conjunto de Brendan Rodgers, siempre superior a su adversario, al que batió con una buena presión, con el desborde de sus atacantes e, inicialmente, con el acierto de su balón parado. Un córner originó el primer gol, en el minuto 17, cabeceado por Scales entre la defensa eslovaca, sin intuir aún todo lo que se le venía encima, que no fue para tanto en el marcador en buena parte por su portero Takac.
El comienzo de la segunda parte lo reafirmó en el resultado. Primero, con el 2-0 de Kyogo Furuhashi, que remachó con el pecho el regalo que le ofreció Kuhn con una buena acción individual hasta la línea de fondo. Después, con el 3-0, con un penalti definido a la perfección por Engels. Un ejemplo de cómo debe lanzarse desde los once metros.
Ni siquiera el 3-1 del Slovan, un golazo con el exterior de Wimmer, cruzado y a la escuadra contraria, alteró al Celtic, que siempre se sintió un paso por delante de su oponente, con el 1-0, con el 2-0, con el 3-0 y con el 3-1, aún más con el 4-1 de Maeda y el 5-1 de Idah, para creer en que todo es posible en la nueva Liga de Campeones. No va más allá de la fase de grupos desde 2013, cuando cayó en octavos. Es su objetivo. Ha iniciado el camino. (Con información de EFE).